Marruecos y el fútbol como unificador identitario

Compartí un kebab y una cerveza sin alcohol con mi amigo Akram S., vecino durante más de una década en el barrio Playa Sol, donde se ubica la mezquita del Puerto de Mazarrón en Murcia (España). La conversación se centra en el fútbol y en la manera como los magrebíes, en general, y los marroquíes en particular, celebraron la sucesión de victorias de la selección nacional de Marruecos ante España y Portugal, lo que significó la eliminación de estos dos poderosos equipos en la Copa del Mundo celebrada en Catar.

"Te imaginas —me dice— la rotonda turística de la cual parten las vías hacia las inigualables playas del Bolnuevo, el Alamillo y La Azohía, en la Costa Cálida española (Murcia), totalmente colmada de inmigrantes de muchas naciones vivando nuestro país, abrazándonos, compartiendo la enorme alegría. Allí estaban los colombianos, los ecuatorianos, los venezolanos, los africanos todos, los asiáticos y nuestros compatriotas de las múltiples etnias, llorando de felicidad, sin diferencias al medio.

"Levantábamos banderas, fotografías de Bounou, que es conocido como arquero del Sevilla; de Achraf Hakimi, nuestra estrella en el Paris Saint-Germain; de Mazraoui, que juega en el Bayern de Múnich. Nuestra selección tiene hombres en Turquía, Italia, Bélgica y a Hakim Ziyech en el Chelsea de Inglaterra.

"Marruecos llevaba 36 años sin superar la fase de grupos de un Mundial. Hoy conformamos el mejor equipo de África y, dado nuestro biotipo, somos certeros cabeceadores y hacemos una síntesis entre estatura, velocidad y dominio del balón. Contamos con el director técnico Walid Regragui, de gran trayectoria como jugador en Francia y España. Organizado, motivador, exalta los atributos de nuestro pueblo y nuestro espíritu en la superación de dificultades. Hombre por hombre fuimos muy buenos, pero, en cuanto a juego de equipo, se nos calificó como el mejor del torneo. Eso es un tesoro y un gran mensaje para nuestra sociedad.

"Frecuentemente escucho voces similares a las de los latinoamericanos en mi país. Tenemos recursos naturales y talento humano, padecemos —de forma inexplicable— una baja estima de nuestro propio potencial. Hablamos muy buen francés, pero nos demoramos en asumir los servicios de BPO y posventa en la francofonía, somos excelentes agricultores y tenemos los fertilizantes que hoy el mundo demanda como primeros productores de fosfatos, no obstante, aún no aprovechamos al tope esas ventajas comparativas.

"Este fenómeno del fútbol nos ha llenado de confianza y es un refuerzo fundamental para una estrategia nacional de desarrollo productivo.

"Verdaderamente esta selección nacional de fútbol
nos ha demostrado
que podemos ser
una nación y alcanzar objetivos superiores
de convivencia y progreso".

"Tuvimos horas de ensoñación, hemos sentido y —de alguna manera— creído que podemos ser una nación conglutinada desde la diversidad y la multietnicidad —me lo dice con optimismo Akram, cuyo nombre significa generosidad en árabe—. Verdaderamente esta selección nacional nos ha demostrado que podemos ser una nación y alcanzar objetivos superiores de convivencia y progreso".

Akram deja de lado los juicios políticos y el énfasis en las diferencias. Le parece que Marruecos está mejorando y que hay cambios perceptibles. El tema tiene tanto de largo como de ancho, me dice, pero este campanazo nos podría colocar en la ruta de lo posible.

Política e identidad 

De todos los problemas de magnitud que se reconocen en el norte de África, la cuestión identitaria es la que se presenta como el asunto más acuciante, aquella que requiere para su comprensión de mayor profundidad analítica, serenidad política y mejor contextualización histórica, cultural y lingüística.

Los bereberes son un conjunto de pueblos que vive en África septentrional, desde los desiertos de Egipto hasta el océano Atlántico y desde las costas del Mediterráneo hasta el interior del desierto del Sahara. Dos etnias comparten vastos territorios con sus respectivas culturas; la bereber y la árabe. Mientras el árabe goza del carácter de lengua oficial de los Estados de la zona, el bereber es relegado a una condición marginal que no se corresponde con la realidad demográfica. El espacio político se surte de intersecciones y manipulaciones entre los asuntos étnicos y el problema figura en los primeros lugares entre los conflictos no resueltos de la cuestión nacional.

En sus trabajos sobre la identidad social, Amartya Sen nos guía hacia una perspectiva más amplia y menos condicionada por componentes tradicionales del concepto. Esto en los planos cultural, religioso e idiosincrásico que, siendo muy importantes, no establecen en forma aislada la redondez del concepto y pueden llevar a equívocos o a percepciones excluyentes. Para el nobel de economía y gran pensador de lo sociocultural, la identidad es plural, no unívoca, elegida, no heredada ni apenas descubierta, y se genera en convivencia con otras identidades, no confrontada.

El profesor Amartya Sen nos recuerda en estudios sobre la manera como evoluciona el concepto que, en la actualidad, se construyen y refuerzan algunas identidades, pero también se debilitan otras como las que afectan al ámbito laboral.

La identidad social, así vista por Sen, nos remite a valores fundamentales como la libertad y la responsabilidad. Y a su interrelación, pues a menudo la responsabilidad para con los otros (libertad positiva) cede terreno frente al ímpetu de la libertad como asunto individual en su dimensión negativa, referida a la no interferencia.

Para Amartya Sen, la clave está en la profundización democrática en todos los órdenes. Como él lo afirma, es el modelo democrático el que garantiza en mayor medida los debates públicos, la crítica y la discusión, siendo vitales para generar opciones argumentadas, funcionando como vehículo de comunicación de las identidades sociales.

Lo árabe, en Marruecos y Argelia, se relaciona más con lo urbano y con los poderes establecidos tras las independencias formales. El árabe aparece como el protagonista de una cultura 'orientalizante', a menudo presentada en forma exclusiva y extensiva a toda la población.

En otros territorios, el bereber, eminentemente rural y con reminiscencias ancestrales, pierde terreno en apariencia, pero alcanza expresiones meritorias de longanimidad y determinación. La dominancia del islam en su variante sunita hace que la cuestión religiosa no se convierta en otro factor divisorio.

Para los observadores internacionales, las estadísticas muestran altos niveles de imprecisión. En el caso de Marruecos, una ponderación entre fuentes estadísticas asignaría al conjunto berberófono una cuota que ronda magnitudes cercanas al 50 por ciento de la población.

Lo que torna el tema en gran objeto de estudios etnográficos y prospectivos es que el elemento indiscutible de diferencia entre las poblaciones del Magreb es el estrictamente lingüístico. No existen dos etnias críticamente demarcables, una árabe y otra bereber.

La población magrebí berberófona o arabófona es de origen bereber. El Magreb ha vivido por varios siglos un proceso de arabización lingüística, particularmente acelerado durante los últimos decenios. Una perspectiva histórica de longitud no da lugar a exclusivismos ni hegemonías. Un ethos democrático extendido ha de facilitar la supervivencia unitaria y armoniosa de Marruecos.

Con respeto de los ancestros, hasta que la dignidad se haga costumbre para decirlo en el lenguaje coloquial colombiano de nuestros días. Pero dejando a buen recaudo tanto los radicalismos bereberes como los hegemonismos asociados a lo árabe con claro énfasis urbano.

"Hoy el Magreb es una fuerza económica de alto potencial en materia de negocios y relaciones con Colombia y es lo que el país necesita".

En estos días, tal como lo demostró la selección que ocupó el cuarto puesto en la Copa del Mundo, Amartya Sen nos habla al oído para reivindicar un concepto más denso de lo identitario como consecuencia de los procesos históricos. Hoy el Magreb habla varias lenguas, como corresponde a una cultura plural con una identidad que escapa en las subregiones norteafricanas al cerco de las ideologías oficiales. Hoy el Magreb es una fuerza económica de alto potencial en materia de negocios y relaciones con Colombia.

Conocer mejor a Marruecos 

Y eso es lo que este país de América Latina desea y necesita. Marruecos es un magnífico ejemplo y un socio económico de efecto sinérgico para nuestro país. Su industria agrega más valor que la nuestra y tiene mayor participación en el PIB. Ha transformado su oferta agrícola y hoy es gran exportador de mandarinas, aceitunas y aceite de oliva, tomates, melones, higos, ají, sardinas y cereales. Sus 37,5 millones de habitantes son consumidores de café, maderas, derivados del petróleo y pueden articular su logística en nuestra exportación de aguacates, cacao y frutos tropicales.

En el plano de la cooperación, un sector prioritario sería el del turismo. Con un territorio equivalente a poco más de la tercera parte de Colombia, Marruecos recibe cerca de 13 millones de visitantes por año, de los cuales un 35 por ciento recorre mares, tesoros arqueológicos y tramos de desierto bajo modelos de integración con las comunidades, tal como lo ha formulado en su visión el actual Presidente de los colombianos.

Colombia necesita conocer mejor a Marruecos en sus diferentes afluencias culturales. Nuestra academia tiene frente a sí un desafío.

Con independencia de los problemas geopolíticos respecto al Sahara Occidental y de las decisiones de política exterior adoptadas por el Gobierno colombiano, asuntos que exceden el alcance del presente informe, es claro que nuestras universidades deben abrir unidades de estudio, investigación e intercambio, como lo han realizado las instituciones de educación superior norteamericanas.

Y, en nuestra proclama internacional por la paz, las relaciones entre gobiernos, el apoyo a la profundización democrática y a la convergencia multiétnica, Colombia puede –con todo el respeto–, tal como también nos corresponde, apoyar tales procesos haciendo un drible a los extremismos.

Publicado en El Tiempo el 7 de enero de 2023

https://www.eltiempo.com/deportes/futbol-internacional/marruecos-y-el-futbol-como-unificador-identitario-731997

Diego Junca