JAPÓN: Acople entre la tradición, los valores y el capitalismo maduro
Estanque antiguo,
floración primaveral-
círculo en agua silente
Vale adaptar por vía de traducción no literal el conocido haiku de Matsuo Basho (1644-1694) para aludir al título de este Informe Especial sobre Japón resaltando la coexistencia entre lo frágil y lo duradero, el esfuerzo deliberado, para nada sencillo, por armonizar el amor a la naturaleza con la dinámica tecnológica, como ese viento suave del sakura que no hiere las flores del cerezo ya que ellas saben bien caer sin estropearse, pues son parte de esa estética a la vez histórica y contemporánea.
Podemos visitar Japón cuantas veces nos sea posible a lo largo de nuestra existencia. Siempre tendremos una sensación de encuentro con un pasado construido con la paciencia y el esfuerzo anclados en las tradiciones y de una historia moderna con pilares en el dolor propio e infligido, en la destrucción abrumadora y en la reconstrucción como cosa fantástica y real a la vez.
Lo que no puede ignorarse son los ciclos para entender las rutas que adoptó la organización política y militar en la sociedad japonesa, a través del shogunato, para hacer el tránsito desde la forma imperial antigua hacia la sociedad feudal. Finalizando el siglo XII, Minamoto no Yoritomo es nombrado shogun tras su victoria sobre los clanes dando comienzo a lo que la historia conoce como el shogunato Kamakura: 140 años del régimen militar que gobernó sobre Japón reduciendo al emperador a una figura simbólica. El auge del poder shogunal se extendió consolidando una estructura feudal-militar que alcanzó la cúspide con el shogunato Tokugawa que gobernó casi tres siglos con una férrea estructura jerárquica, aislando el país en una economía cerrada y forjando una cultura de refinamiento en la cúspide social. El poder militar samurai terminó controlando severamente a los señores feudales daimyós como fuentes de rentas.
El fin del shogunato llegó con el siglo XIX. El modo de producción feudal mostró agotamiento y produjo hambrunas que estimularon movimientos reformistas. La llegada del Comodoro Matthew Perry desde Estados Unidos significó todo un planteamiento en favor del comercio internacional, que ayudó a socavar el predominio del shogunato y configuró una clase dirigente económica que sentó las bases para la Restauración Meiji, un punto de inflexión marcado por sectores que animaron la transformación democrático burguesa y encontraron en el propio emperador, una correspondencia que adelantó reformas para dar paso a un Japón imperial centralizado, con vocación industrial y dispuesto a competir con las potencias occidentales.
El Tren Bala es otro de los aportes a la cultura moderna. Foto Kimimasa Mayamas Foto:REUTERS
El relato histórico de Japón evita el simplismo secuencial entre modos de producción que de alguna manera caracterizó la historia política en Occidente. Fueron cerca de siete siglos de poder militar-feudal que pesan en la forja de la mentalidad japonesa: reconocimiento de la jerarquía, disciplina, comportamiento comunitario respetuoso, estética sobria y equilibrio entre continuidad e innovación.
De la Restauración Meiji al Milagro Económico
La Restauración Meiji (1868) marcó un punto de inflexión en la historia de Japón con el retorno del poder imperial bajo el emperador Mutsuhito. Impulsada por una élite modernizadora — figuras como Ōkubo Toshimichi, Saigō Takamori y Itō Hirobumi— esta transformación fue menos una simple restauración y más una revolución política y cultural que catapultó a Japón hacia la modernidad. Se abolieron los feudos, se instauró un ejército nacional y se enviaron misiones al extranjero (como la célebre misión Iwakura) para asimilar modelos industriales, educativos y administrativos de Occidente.
Este proceso no solo significó la occidentalización del aparato estatal y productivo, sino también una profunda resignificación del rol del emperador como símbolo de unidad nacional. Como escribió Fukuzawa Yukichi, uno de los grandes pensadores del período: “El cielo no crea una persona por encima de otra”, subrayando la necesidad de romper con el orden jerárquico heredado del feudalismo. Así, Japón logró, en apenas una generación, transitar de una sociedad cerrada y agrícola a una potencia industrial y militar emergente, sin perder del todo su matriz cultural autóctona.
El imperialismo japonés: luces del poder, sombras del dominio
El impulso modernizador de la era Meiji derivó, en el siglo XX, en un proyecto imperial que colocó a Japón como potencia expansionista en Asia. A través de la ocupación de Corea (1910), la invasión de Manchuria (1931) y la guerra total en China (1937), el Estado japonés impuso un dominio brutal que combinó desarrollo infraestructural con represión, explotación económica y políticas de asimilación forzada. El militarismo y el ultranacionalismo se consolidaron como ideologías oficiales, en una deriva autoritaria que culminaría con el ataque a Pearl Harbor y la entrada en la Segunda Guerra Mundial. El colonialismo japonés, aunque en ocasiones presentado como “modernizador”, dejó profundas heridas en las memorias colectivas de Corea, China, Filipinas y otras regiones de Asia oriental.
Derrota y catarsis: el precio de la guerra
La rendición incondicional de 1945, tras los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, supuso para Japón una experiencia traumática que alteró profundamente su proyecto de nación. Durante la ocupación estadounidense (1945–1952), se desmantelaron las estructuras militaristas, se redactó una nueva Constitución pacifista (artículo 9) y se promovió una reeducación cívica con valores democráticos. Este periodo implicó un duro aprendizaje: reconocer los excesos, asumir responsabilidades históricas y reconstruir sobre ruinas físicas y morales. La guerra dejó más de 3 millones de muertos japoneses y cicatrices permanentes, pero también el germen de un nuevo pacto social basado en el trabajo, la disciplina civil y la resignificación del pacifismo como pilar nacional.
El capitalismo a la japonesa: cohesión, sacrificio y modernización
A partir de la década de 1950, Japón inició un proceso de reconstrucción acelerada que en pocas décadas lo convirtió en la segunda economía mundial. Combinando planificación estatal, inversión en tecnología, educación técnica y cultura del esfuerzo colectivo, el país desarrolló un modelo híbrido de capitalismo corporativo con fuerte arraigo nacional. Las grandes keiretsu (conglomerados industriales y financieros) jugaron un rol decisivo, al igual que la cooperación entre empresas, gobierno y universidades. Este "milagro japonés" fue posible gracias a una ética de austeridad, confianza institucional y cohesión social. Sin embargo, el crecimiento no estuvo exento de tensiones: desigualdades laborales, burbujas especulativas y una cultura de sobretrabajo que también merecen una mirada crítica.
Tradición y modernidad: la identidad japonesa frente a la globalización
Pese a la profunda occidentalización tecnológica y económica del Japón de posguerra, el país logró preservar una matriz cultural e identitaria que resistió, en buena medida, a la “cocacolización” global. Este equilibrio entre modernidad y tradición no fue espontáneo: descansó en la afirmación de valores comunitarios, estéticos y espirituales —desde el sintoísmo cotidiano hasta el wabi-sabi en el diseño— que mantuvieron su vigencia incluso en entornos industriales. En paralelo, el modelo económico japonés articuló de forma virtuosa a las grandes keiretsu con una densa red de pequeñas y medianas empresas (pymes), sostenidas por mecanismos de subcontratación, fidelidad empresarial y especialización técnica. Este tejido productivo fue apuntalado por un sistema educativo intensivo en ciencia, disciplina y valores colectivos, donde el aula funcionó también como semillero cívico. Así, Japón construyó un capitalismo singular, donde la modernización no implicó una disolución de lo propio, sino una adaptación selectiva y estratégica del ciclo global.
Desafíos del Japón contemporáneo
En el tránsito al siglo XXI, Japón ha debido enfrentar uno de sus mayores desafíos estructurales: el envejecimiento acelerado de su población. Con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo y una longevidad sin precedentes, el país ha entrado en una etapa de “posindustrialización demográfica”, que tensiona sus sistemas de pensiones, salud y productividad. Lejos de resignarse, Japón ha respondido con políticas de automatización, robótica asistencial y urbanismo inteligente (ver informe de A fondo sobre Experiencia Expo Osaka 2025) que lo posicionan como referente global en la gestión tecnológica del envejecimiento. Sin embargo, la rigidez de sus estructuras laborales, la pérdida de dinamismo en sus grandes conglomerados (keiretsu) y el debilitamiento de las cadenas de subcontratación han mermado su competitividad relativa, especialmente frente al ascenso de China y Corea del Sur.
El 11 de marzo de 2011 marcó un punto de quiebre en la historia reciente de Japón: un terremoto de magnitud 9.0, seguido por un devastador tsunami, dejó más de 20.000 muertos y desencadenó el accidente nuclear de Fukushima, el peor desde Chernóbil. Esta triple catástrofe puso a prueba no solo la infraestructura del país, sino también su espíritu colectivo. La respuesta ciudadana —disciplinada, solidaria, silenciosa— reafirmó el tejido ético de la nación, mientras que el Estado debió replantear su matriz energética, sus protocolos de riesgo y su relación con la energía nuclear. Fukushima se convirtió en un símbolo de vulnerabilidad tecnológica, pero también en una lección sobre resiliencia, responsabilidad institucional y la necesidad de nuevas estrategias para un Japón más sustentable.
La monarquía es otra forma de preservar una tradición milenaira.
Foto:JIJI PRESS Foto:AFP
En el plano político, Japón ha vivido una etapa prolongada de inestabilidad relativa, con gobiernos de corta duración, alternancias internas dentro del Partido Liberal Democrático y dificultades para articular una visión estratégica a largo plazo. A pesar de ello, ha mantenido una diplomacia activa, basada en el pacifismo constitucional, la cooperación al desarrollo y la defensa del multilateralismo. Su alianza con Estados Unidos sigue siendo el eje de su política exterior, pero también ha reforzado vínculos con India, Australia y la ASEAN en respuesta al creciente peso geopolítico de China.
Japón y Colombia
La economía nipona sigue siendo sólida aunque se reconoce el riesgo incremental de su deuda si bien la tasa de interés de sus bonos luce baja en el análisis comparado. Japón y Colombia deben construir con urgencia un nuevo portafolio de inversiones y exportaciones que incluya implantes en posindustrialización demográfica, bioeconomía, ampliación de la cooperación en diseño, tecnología para la economía del cuidado, relaciones universitarias, desarrollo tecnológico de la salud, y una cooperación disruptiva y de mayor impacto en nuestra calidad de vida rural-urbana, a través de decisiones estratégicas como la instalación con exención tributaria excepcional de una planta productora del nuevo JPN taxi, híbrido de diseño universal para un amplio rango de pasajeros con vistas a superar de una vez la visión microscópica y pretecnológica de nuestra movilidad. La relación Colombia-Japón es sana y virtuosa. Una agenda bilateral compartida nos permitiría identidades políticas internacionales bajo la égida de valores comunes como la acción climática, la continuidad institucional democrática, la multialineación y la prudencia estratégicas, y la necesidad urgente de redefinir un lugar común en el orden global del siglo XXI honrando nuestros preceptos sin desconocer las relaciones históricas, enarbolando el pacifismo y construyendo nuevas esferas de integración.
Japón: hechos y cifras
PIB
Cuarto lugar en el mundo
Segunda economía. I P P- Poder adquisitivo
Cuarta economía en el mundo 6% del PIB Global
DEMOGRAFÍA
127 millones de habitantes
1,78% de la población mundial
Décimo país más poblado
OTROS
País limpio y ecologista
País sin desperdicios
Adultos mayores de 80 cerca del 8%
Menores de 14 años cerca del 6%
Puesto 11 en calidad de vida
Puesto 6 en seguridad
Puesto 3 en atención medica
Pago salario mínimo de 1100 por horas (verificar la moneda) USD 2000 salario mínimo mensual
1 Coca-Cola USD 0,97
1 cerveza nacional USD 3,12
Expectativa de vida 84 años
Arriendo de 1 habitación. Promedio USD 600 por mes
Publicado el 8 de Julio de 2025 en El Tiempo
https://www.eltiempo.com/mundo/japon-acople-entre-la-tradicion-los-valores-y-el-capitalismo-maduro-3470184